Creo que mis consejos de ahorro se resumen generalmente en dos corrientes: ahorrar en los pequeños detalles y los gastos que hagamos los hagamos con pensamiento a largo plazo y no a corto plazo. Del primer punto creo que he hablado en bastantes ocasiones, pero esta vez me gustaría hacer una reflexión sobre el segundo.
Dicho así suena a una obviedad absoluta, pero es que de verdad creo que el ahorro se basa en obviedades que nos saltamos a la torera. La cuestión es a grandes rasgos en no pensar solo en los gastos inmediatos y directos que nos producirá lo que vamos a comprar si no los gastos que acarreará, su duración, etc.
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Veámoslo con un ejemplo en concreto, un fallo en el que he visto caer a mucha gente, gente ahorradora incluso pero que esta haciendo esto mal sin darse cuenta. Se trata de cuando compramos jabón para lavar los platos. Podemos caer en la tentación de comprar ese que cuesta 3 veces menos que el de al lado (no pienso dar marcas) y creemos que estamos ahorrando por ello. El problema es que quizá ese jabón nos duró 5 veces menos que el otro y posiblemente dejó peor nuestros platos y nuestras manos.
Más a gran escala esto puede sucedernos con un coche, quizá uno que cueste la mitad nos dura menos de la mitad también o tenemos que pagar mucho más por el en concepto de talleres. Aquí es importante también no caer en el otro lado de la balanza, el pensar que precio es sinónimo de calidad y que a más precio mejor será la calidad de éste.
Mi consejo es evaluar los gastos importantes y los que se repiten aunque sean pequeños que como no me canso de repetiros es donde creo se encuentra el verdadero ahorro.
Imágen | L`Yoshka